El Carácter de los Apóstoles

Pedro

Su Nombre

Dios tiene un plan de maduración y transformación para cada uno de nosotros, los que hemos sido llamados para ser sus discípulos.

En el caso de Pedro, el plan tenía que ver con ser transformado en una roca. Su nombre de nacimiento era ‘Simón’.  Sin embargo en Lucas 6:14 y en Juan 1:42 vemos que Jesús le pone también por nombre Pedro, en arameo ‘Cefas’ y en griego ‘Petros’ que significa roca.

Juan 1:42

“Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro).”

Sin embargo, en los evangelios vemos que en ocasiones le llamaba Simón, a veces Pedro y en otras, Simón Pedro.

¿Por qué Jesús le puso ese sobre nombre? ¿Fue una cuestión de gusto? Desde luego que no. Este sobrenombre tenía una razón de ser.  Tenía que ver con su propósito y con lo que Jesús tenía que trabajar en él. El carácter de Pedro era impetuoso, inconstante y poco digno de confianza, solía hacer promesas que no podría cumplir, se aventuraba en asuntos que no podría concluir. Era de aquellas personas que se entregan en cuerpo y alma a un asunto pero que se rinden fácilmente antes de terminarlo.

El nombre que Jesús le puso era un recordatorio de lo que debía llegar a ser.

El viejo ‘yo’ de Pedro

Cuando Jesús le llamaba ‘Simón’, le estaba queriendo decir que su actuación era de acuerdo al viejo ‘yo’. Ejemplos:

Mateo 26:37

“Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora?”

 

Lucas 22:31

“Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo.”

La última vez que Jesús le llamó ‘Simón’ fue durante la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de haber resucitado.

Juan 21:14-17

“Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber resucitado de los muertos.

Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos.

Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas.

Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.”

Recordemos que Pedro acababa recién de negar a Jesús 3 veces, aún y cuando había afirmado que estaba dispuesto a dar su vida por él.

Juan 13:56-58

“Le dijo Simón Pedro: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; mas me seguirás después. Le dijo Pedro: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? Mi vida pondré por ti. Jesús le respondió: ¿Tu vida pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo: No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces.”

Este acto de traición destruyó a Pedro en su interior. Seguramente se sentía terrible por lo que había hecho. Justo después de que el gallo cantara, Jesús se volteó y miró a Pedro.  ¿Qué habrá pasado en ese momento por la mente y por el corazón de Pedro?

Lucas 22:61-62

“Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente. “

Una vez que Jesús resucitó, era necesario restaurar a Pedro, quien debía terminar el proceso de aprendizaje de tan dura lección. No se trataba de dejarlo ‘tirado en la lona’ por lo que había hecho. Por eso cuando se apareció a los discípulos, le llamó ‘Simón’. Era la primera vez que se dirigía a él para hablar al respecto de su negación. Por eso le dice ‘Simón’: Pedro aún estaba luchando con su ‘viejo yo’.

En el pasaje de Juan 21, Jesús le muestra a Pedro -al hacerle tres veces la famosa pregunta acerca de que si lo amaba- que debía ser restaurado por cada una de las veces que lo había negado. Jesús quería que Pedro pasara de amarlo con amor ‘filios’ a amarlo con amor ‘ágape’; un amor consciente, convencido, razonado. El amor filios es puramente afectivo. Para seguir a Jesús se requiere más que un amor afectivo, se necesita amarlo inteligentemente. Ese tipo de amor supera las circunstancias –como la posible persecución a la que Pedro hubiera sido objeto de haberlo reconocido como su Maestro en el patio del sumo sacerdote.

Semanas después de este reencuentro con Jesús, de esta restauración de su relación con Él, el Pedro renovado, maduro, habría de predicar en el día del Pentecostés a miles de personas sin ninguna vacilación, plenamente convencido de lo que diría ese día. El trabajo de Jesús al fin tendría frutos: Simón se habría de convertir en la roca que Jesús necesitaba que fuese para la tarea  que habría de venir más adelante en el cumplimiento de la gran comisión.

Pedro era como muchos cristianos de la actualidad: a veces actuando según la carne y a veces según el Espíritu.

¿Simón batallaba con su carácter? ¿Cómo sería Pedro, al grado que le dio lugar a Satanás cuando quiso convencer a Jesús de no ir a la cruz?

Mateo 16:21-23

“Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.

Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca.

Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.”

Jesús tomó a un hombre con una personalidad vacilante, impulsiva y rebelde para transformarlo en un líder fuerte como la roca, ciertamente uno de los personajes esenciales en el nacimiento de la iglesia cristiana, narrado en los 12 primeros capítulos de los Hechos.

En el caso de Pedro encontramos 3 elementos clave en la formación de un líder:

  1. Materia prima adecuada.
  2. Experiencias de vida adecuadas.
  3. Cualidades de carácter adecuadas.
  1. Materia prima adecuada

Leamos el Salmo 139:13-16

“Porque tú formaste mis entrañas;
Tú me hiciste en el vientre de mi madre.

  Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras;
Estoy maravillado,
Y mi alma lo sabe muy bien.

  No fue encubierto de ti mi cuerpo,
Bien que en oculto fui formado,
Y entretejido en lo más profundo de la tierra.

  Mi embrión vieron tus ojos,
  Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas
Que fueron luego formadas,
Sin faltar una de ellas.

Este pasaje no solo tiene que ver con las características físicas con las que fuimos creados por Dios, sino también con nuestra forma de ser, con el carácter, con la personalidad.

  1. a)Usar el razonamiento

Pedro era una persona que solía hacer muchas preguntas. Él quería entender por qué debía hacer las cosas. Veamos algunos ejemplos:

Juan 13:6

“Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies?”

Juan 13:36

“Le dijo Simón Pedro: Señor, ¿a dónde vas?”

Mateo 15:15

“Respondiendo Pedro, le dijo: Explícanos esta parábola.”

Mateo 18:21

“Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?”

Pedro necesitaba razonar las cosas para entender a Jesús, para entender  lo que hacía y lo que habría de hacer.

  1. b)Iniciativa

Otra característica de Pedro era la INICIATIVA. Pedro propiciaba que las cosas sucedieran.  Claro, para que las cosas salgan bien no se trata solo de hacerlas de manera impulsiva, se tienen que hacerlas con razonamiento, con un plan, con inteligencia.

En Mateo 26:47 dice que para aprender a Jesús acudieron muchas personas con espadas y con palos.

“Mientras todavía hablaba, vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo.”

Pedro trató de arreglar las cosas a su manera:

Mateo 26:51 “Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja.”

Aún con sus buenas intenciones, no entendía que por actuar irracionalmente  estaba poniendo en riesgo el cumplimiento de la Escritura. Pedro pensó que con su espada podría vencer a esa multitud de personas para defender a su Maestro. Por tratar de hacerse pasar por el “héroe”, dejó a un lado la sabiduría.

Por otro lado, ese mismo rasgo de carácter le animó a descender de la barca para llegar con Jesús cuando éste caminaba sobre las aguas. Ninguno de los demás discípulos lo hizo.

Mateo 14:22-32

“En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario. Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar.

Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!

Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.

Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.

Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!

Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?

Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento.”

  1. c) Compromiso

Pedro decidió salir de la barca, aunque al dejar de ver a Jesús se hundió. Para darle una enseñanza, Jesús le preguntó: ¿Por qué dudaste? Cuando Dios nos diga que hagamos algo, no debemos dudar.

Si al actuar, nos llegamos a hundir, es probable que algunos nos lleguen a decir criticándonos: ‘No debiste haberlo intentado’ o ‘Te faltó fe’ o cualquier otra cantidad de cosas con el propósito de desanimarnos o de hacernos sentir mal.

Pero Pedro estaba en el agua, los demás discípulos se quedaron en la barca.

Generalmente los que critican ‘se quedan en la barca’.

¿Qué vas a hacer cuando te critiquen? Te vas a regresar, o vas a decir: ‘Sí, me hundí, pero con la ayuda de Dios me levantaré.’

Proverbios 24:16

“Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; Mas los impíos caerán en el mal.”

Pedro tenía

1)      Un deseo insaciable de saber

2)      Disposición para tomar la iniciativa.

3)      Pasión por involucrarse individualmente.

Debes salir de la barca.

2)       Experiencias de Vida adecuadas

La experiencia puede ser un duro maestro. ¡Recordemos que seguramente Pedro había sido rechazado para estudiar en la Bet-Midrash y estaba dedicado al oficio familiar! ¿Qué acaso Dios no ve los fracasos por los que hemos pasado? Las experiencias por las que Pedro había pasado fueron necesarias para hacer que se convirtiera en el hombre que Jesús quería que llegara a ser. Los niños, adolescentes y jóvenes se van a equivocar por naturaleza. Sin embargo la tarea de los padres es enseñar valores a sus hijos, con la Palabra de Dios, a partir de los errores que han cometido y de las experiencias de vida por las que han atravesado. Un niño o adolescente reprimido –por medicamentos, tratamientos psicológicos autoritarismo excesivo, etc.- nunca podrá ser enseñado a partir de sus acciones. En su edad madura no tendrá el conocimiento y la destreza para manejar la frustración y las adversidades. Por eso es que los adolescentes y jóvenes deben dar gracias a Dios por los padres que tienen, pues ellos son la herramienta de Dios para establecer esas enseñanzas y para que saquen provecho aún de las dificultades y caídas. Los niños medicados o sobreprotegidos, son blindados artificialmente  de las consecuencias de sus errores. Esto produce una carencia de formación y da como resultado una vida distinta a la que Dios planeó para ellos.

Por otro lado, cuando Jesús le dijo a Pedro ¡Quítate de delante de mí, Satanás!, aprendió que era vulnerable a la influencia de Satanás. Si te ocupas más de alimentar la carne y de agradar al mundo puedes no solo caer en su trampa, sino incluso corres el riesgo de ser usado por él.

Pedro aprendió muchas cosas a través de la experiencia. A veces las experiencias fueron amargas, perturbadoras, dolorosas y humillantes. Pero otras fueron inspiradoras y edificantes. Guiado por Jesús, Pedro pudo aprovechar al máximo sus experiencias, extrayendo lecciones que le ayudaron a ser el líder que llegó a ser.

3)       Cualidades de carácter adecuadas

Proverbios 23:6-8

   “No comas pan con el avaro,
Ni codicies sus manjares;

    Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.
Come y bebe, te dirá;
Mas su corazón no está contigo.”

 

Lo de adentro del hombre es su realidad. Por eso es que Jesús quiere trabajar en lo profundo de nuestro ser. Dios quiere trabajar en nuestro CARÁCTER. Quiere moldearlo a su imagen.

1ª Corintios 11:1

“Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.”

La Escritura es lo único que nos va a ayudar a poner freno a nuestras emociones descontroladas.

Salmos 119:9

“¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.”

Salmos 119:101

“De todo mal camino contuve mis pies, para guardar tu palabra.”

2ª Timoteo 2:22

“Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.”

Una vez desarrollado el carácter y hecho conforme al corazón de Dios, éste podrá constituirse en  una herramienta para llegar a ser verdaderos líderes, que tengan seguidores que estén felices de seguirlos.

El carácter produce respeto, el respeto da confianza y la confianza motiva a tus seguidores.

En el caso de Pedro, ¿qué rasgos de carácter se desarrollaron?

SUMISIÓN

La tendencia de Pedro era a ser impulsivo – era rápido para hablar y actuar. Cuando los que cobraban los impuestos en Capernaum se acercaron con Pedro para cobrarles las dos dracmas por persona, se precipitó a contestar antes de consultarlo con su Maestro (Mateo 17:24-27). Aún en medio de esa situación injusta, pues el impuesto debía cobrarse solo a los extranjeros, Pedro debía aprender que hay situaciones, aunque nos parezcan injustas o ilógicas, en las que debemos hacer lo que se nos pide con sumisión y obediencia.

Mateo 17:26-27

“Pedro le respondió: De los extraños. Jesús le dijo: Luego los hijos están exentos. Sin embargo, para no ofenderles, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero; tómalo, y dáselo por mí y por ti.”

El mismo Pedro, años más tarde, escribió en su primera epístola al respecto.

1ª Pedro 2:13-18

“Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien.

Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos; como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios. Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey.

Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar.

Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre molestias padeciendo injustamente.”

Nótese su última aclaración en este pasaje: “Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre molestias padeciendo injustamente.”

Pedro ya había aprendido la lección en aquella experiencia de los impuestos en Capernaum.

Esta fue una de las la últimas lecciones que Pedro recibió de Jesús. Somos libres en Cristo, pero no para portarnos mal o para hacer lo que queramos. Debemos aprender a someternos, como Pedro tuvo que aprender. Esta no es una fácil lección para los líderes naturales. En el Getsemaní, su falta de sumisión puso en peligro a los demás cuando le cortó la oreja al siervo del sumo sacerdote.

 

HUMILDAD

Otra lección que Pedro aprendió fue la Humildad.

En los siguientes pasajes podemos ver que Pedro era soberbio por naturaleza, se creía más que los demás.

Mateo 26:31-33

“Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas. Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea. Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré.”

Juan 13:5-8

“Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.”

Pedro incluso creía que tenía el nivel o la posición para decirle a Jesús lo que podía y lo que no podía hacer.

Era necesario que Pedro aprendiera que tenía que reconocer sus propias debilidades con humildad. Muchas veces nos preocupamos más de lo malo que hacen los demás, en vez de ver y corregir lo que nosotros estamos haciendo mal.

Esto lo vemos en una de las últimas enseñanzas que Jesús le dio a Pedro, cuando al decirle que le siguiera, uno de los discípulos fue tras ellos:

Juan 21:19b-22

“Y dicho esto, añadió: Sígueme.

Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar?

Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste?

Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.”

Pedro se molestó porque Juan los venía siguiendo. Quizás Pedro pensó que Jesús le había pedido a él de manera particular que lo siguiera porque le iba a dar alguna comisión especial o un premio exclusivo.  Pedro le reclamó entonces  a Jesús y le dijo: ‘Señor, ¿qué de éste?’ Por eso, Jesús le respondió: ‘Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.’ Jesús tenía la facultad de hacer lo que él quisiera con los demás discípulos, incluso hacer que Juan quedara hasta la segunda venida de Cristo, como Elías o Enoc. Eso era algo que a Pedro no le incumbía: ‘¿Qué a ti?’.

AMOR

Muchas veces no sabemos cómo amar o cómo demostrar nuestro amor debido a los malos ejemplos que hemos recibido.  No debemos expresar nuestro amor solo con katafileos (besos o abrazos), que expresan particularmente el amor fileos. Debemos amar con amor ágape. Esta clase de amor es usado en 1ª Pedro 4:8 cuando el apóstol nos exhorta a estirar al límite el amor, aun cuando pareciera no ser tan grande como para alcanzar a cubrir las ofensas que hemos recibido.

1ª Pedro 4:8

“Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.”

La expresión ferviente amor significa en el original un ‘amor estirado al límite’ (ektenes).

Algo que se estira al límite, como el papel celofán que sirve para cubrir un recipiente, podrá cubrir algo que al principio parecía ser insuficiente para cubrir toda la superficie deseada.

FE

Lucas 22:31

“Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.”

Algunos se creen suficientemente fortalecidos en la fe, como para que al ser zarandeados como a trigo, permanezcan firmes al final. Muchos creen que pueden ir a una fiesta y tomar y contaminarse sin que pase nada. Por eso debemos andar con cuidado, sin que nuestra fe falte. ¿Fe en qué? En que no necesitamos hacer eso para ser felices, pasa estar completos, para saber que estamos haciendo bien las cosas.

Pedro termina su primera epístola con el siguiente consejo:

1ª pedro 5:8-10

“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.

Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.”

 

En la segunda epístola de Pedro, termina diciendo:

2ª Pedro 3:17-18

“Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.”

Pedro sabía de la importancia de guardarnos firmes para no ser arrastrados por los del mundo en sus pecados y errores. ¿Cómo lograrlo? Creciendo en la gracia y en el conocimiento de Jesucristo. No hay otra forma de lograrlo, y Pedro lo sabía muy bien.

MUERTE DE PEDRO

Si bien hay teorías que dicen que Pedro murió crucificado de cabeza, por no querer pasar por una muerte como la de Cristo por no sentirse digno (Eusebio de Cesarea – historiador), la Biblia no especifica el tipo de muerte que sufrió Pedro. Solo hay una referencia a su muerte y se encuentra en forma de palabra profética pronunciada por Jesús mismo, en Juan 21:18-19:

“Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.

De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras.

Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, añadió: Sígueme.”

La palabra de Jesús, al respecto de su muerte, hace referencia a su vejez -‘cuando seas viejo’- agregando que en ese momento de su vida alguien más lo habría de ayudar a vestir para llevarlo de un lado a otro.

Independientemente del momento o de la forma en que Pedro murió, su vida es un testimonio del proceso de transformación que Jesús puede llevar a cabo en sus discípulos para usarlos en Su Propósito y en Su Voluntad, que es agradable y perfecta.

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