“Entonces se dará a los santos, que son el pueblo del Altísimo, la majestad y el poder y la grandeza de los reinos. Su reino será un reino eterno, y lo adorarán y lo obedecerán. Todos los gobernantes de la tierra.” Daniel 7:27
“Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. Romanos 14: 17
Aproximadamente se menciona al Reino de Dios en la Biblia, 450 veces, en el A.T., 160 veces en el Nuevo Testamento.
La enseñanza importante de Jesucristo es acerca del Reino de Dios. Él proclamó que “El reino de Dios se ha acercado” y que este reino era ahora accesible a la humanidad. Jesús enseñó y demostró que había ciertamente otro reino diferente y que el ser humano podía escapar de un mundo oscuro, opresivo e inseguro y entrar al de Dios (Mateo 10: 7).
El Reino de Dios significa “la soberanía de Dios sobre toda la Creación”, desde el principio de la aparición del universo y hasta la eternidad. Dios es Rey.
El hombre sin Dios, dice que el soberano es el pueblo constituido por hombres. El Reino de Dios se manifiesta como la voluntad de Dios hecha en la tierra como en el cielo, en el contexto de Mateo 6:10.
El Reino de Dios está no solo “a la mano” (una realidad presente), sino avanzando con fuerza (una realización progresiva), a través de la historia del hombre, particularmente del hombre que se ha sometido a ese gobierno, el gobierno de Dios.
La escatología dice que el Reino de Dios crece y llenará la faz de la tierra desplazando a cualquier otro reino. La teología cristocéntrica concibe a Jesucristo como Dios y hombre, a consecuencia de ello, se asume la concepción bíblica del “Yahweh rey” que deriva de la encarnación –de Dios al hacerse hombre: Apocalipsis. 5: 10 “y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”
“Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderosos reina!” Apocalipsis. 19: 6
Poco a poco, la concepción se ha ido desplazando hacia una dualidad de sociedades: la sociedad basada en el valor: Dios, que es autónoma, eterna, creadora; y por otro lado la sociedad humana, con el hombre como dios.
En una sociedad sin Dios se camina hacia el estado laico que dice respetar a ambas sociedades y dejar en libertad para cada ser humano escoja la sociedad que le convenga o en la que crea. Pero, en todo caso, el estado moderno se formó ideológicamente por la transferencia al reino terrestre, de componentes del mundo del reino de Dios.
La formación del Estado sin Dios, aseguró el monopolio del poder socio-político para movilizar a la población a servir los intereses de industrialización y para servir las otras exigencias de crecimiento económico puramente humano.
Por lo demás, ya desde Tomás Moro se encuentran vestigios de un afán por la libertad individual aun en una sociedad llamada Utopía (Tomás Moro y la crisis del pensamiento europeo, por André Prévost, Ed. Palabra, Madrid, 1972, p. 104, nota 47) que es la preconización no sólo de una “república nueva” sino de una sociedad nueva para un nuevo hombre a imagen y semejanza de los preconizados en las categorías paulinas de “libertad” y “hombre nuevo”: Romanos 3:28 “el hombre es justificado sólo por la fe sin las obras de la ley”. El cristiano, según la axiología bíblica cristiana su modelo de vida en todas sus áreas existenciales físicas y espirituales es solo por la fe.
“Que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá…” Gálatas 3: 11
“Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” Romanos 10: 17
La adopción de la fe en el sacrificio propiciatorio de Jesucristo, hace al ser humano “nacer de nuevo” (Juan 1: 12). Pero ese nuevo nacimiento habrá de estar acompañado de un discipulado, para crecer en la fe y no ser “niños carnales”e “incapaces”, en el lenguaje de Pablo (1ª Corintios 3: 1-3). El propósito de la fase terrenal del Reino de Dios es consolidar una fe verdaderamente consistente que obtenga un cambio del hombre pero también de la sociedad.
En la edad del Internet y del “mass media”, la comunidad de nacidos de nuevo habría de traducir su fe en un cambio de la mente, voluntad, conducta, cultura, proporcionando en esta era, la de la comunicación y de la biotecnología, nuestro propio enfoque, que no es otro que el enfoque del reino de Dios, que tiene una posición para cada época y cada lugar, porque es producto de la creación perfecta de un Dios perfecto, eterno y que no cambia.
Una institución central para la organización de la sociedad industrial fue la Nación-estado. La formación del Estado aseguró el monopolio del poder socio-político para movilizar a la población a servir los intereses de industrialización y para servir las otras exigencias de crecimiento económico. Este concepto de sociedad como proceso de aumento productivo y «progreso» se define en términos de una nueva «racionalidad», la racionalidad como lógica de lo que Jacques Ellul ha llamado «eficiencia instrumental».
Rápidamente, la racionalidad instrumental se convirtió en la ideología de la clase económica industrial ascendente (llamada por Marx: burguesa), la norma de todas las áreas de conocimiento y las instituciones principales, y la base de una nueva civilización.
Esto implicó priorizar la prosperidad económica. La nueva civilización de “racionalidad instrumental” se definió en términos de su liberación de lo contrario: de lo instrumental, especialmente la metafísica y la teología, el mundo de lo espiritual y de la Iglesia, del culto y de toda la institución religiosa. Este enfoque real que se mezcló como engaño y señaló el concepto de destino e historia, implicó la transformación, sustitución o desaparición de todo lo que implica fe, frente a lo racional-industrial o como algunos lo califican: lo religioso. Ese es el reto.
Para Durkheim, en cambio, la religión es absolutamente central para «sacralizar» los símbolos de integración como el nacionalismo y establecer las bases morales de motivación para ser solidario con la sociedad y trabajar para la construcción de la nueva sociedad racional. Durkheim no aceptó la tesis de que la ciencia y la razón crítica causarían la inevitable secularización. Sin embargo, la progresiva división del trabajo y la diferenciación social necesarias para la racionalización de la sociedad industrial exigen la abolición de los viejos símbolos religiosos colectivos y la internalización de los símbolos a nivel individual. Para Durkheim lo sagrado tiene que trasladarse del nivel colectivo a la persona, como microcosmos de la sociedad.
El teórico de la religión del siglo XIX, Max Weber, también atribuyó a la religión un carácter potencialmente importante como una cosmovisión que exige o impide la racionalización de la sociedad o como base de crítica de los efectos racionales de la industrialización. Weber dedicó un buena parte de su vida a mostrar que la evolución de la sociedad industrial occidental se debe a características de la religión cristiana y específicamente al protestantismo calvinista.
Luckmann, con su concepto de «religión invisible», reconoce que la religión institucional está marginada, pero que la conciencia religiosa es muy importante para simbolizar la autonomía personal en una sociedad de instituciones gigantes y monolíticas.
El «interés» de este análisis es la integridad de la persona en comunidad como sujeto, es decir, la «protección» de la creatividad, libertad, diálogo, justicia y cualidad de respeto mutuo entre las personas.
Una segunda dimensión de este enfoque de análisis es la conciencia de la identidad personal y la conciencia de la identidad de las comunidades de diálogo. Podemos asumir que la conciencia de identidad es importante porque es la protección de la misma existencia.
La conciencia de identidad se observa como proceso, es decir, la continua búsqueda de una respuesta a la pregunta «Quiénes somos» y articulación en lenguajes y símbolos que responden a la pregunta «¿En qué somos diferentes de otras comunidades de diálogo?» La conciencia de identidad es un proceso de lucha para mantener la identidad, un proceso de resistencia a las alienaciones culturales.
Es importante significar como fundamento de la fe cristiana, usar la Biblia.
Este texto tiene el poder de «articular» los sentimientos y la fe de las comunidades en un momento dado. El objetivo no solo es «explicar» a estos a estos textos como «efecto» de un sistema social o espiritual social, sino COMPRENDER el significado de este texto, para las comunidades que han conservado la unidad por la fe en la Palabra Revelada y aun para las comunidades que reciben este texto bíblico mucho después.
Enfocando el concepto de Nuevo Nacimiento en el contexto de la Sociedad en la que estamos inmersos, Tomás Moro, en su tratado sobre Utopía, habló de la necesidad de abolir la institución de la propiedad privada como la única medida para obtener la sociedad justa en forma definitiva. Pero usó el título «utopía».
El libro de Levítico en el Antiguo Testamento de la tradición judeo-cristiana ha legislado un año de «jubileo» cada cincuenta años con la redistribución de las tierras, regalo de casas para los pobres, el perdón de las deudas, libertad para esclavos y sirvientes y una nivelación de la riqueza. Cuando Jesús anunció su «utopía» usó la terminología del año jubileo.
El protestantismo de orientación evangélica y pentecostal ya ha empezado a influir en la cultura religiosa hegemónica y a ser parte de una nueva formación hegemónica en los años 50 y 60. Algunas evidencias de esto son: la importancia de la pequeña comunidad cristiana más participativa y expresiva, el gran interés en la lectura y reflexión sobre la Biblia, la participación de los laicos en el gobierno de la iglesia, y la disposición de aceptar mucho más la «ética protestante» en la teología de desarrollo.
Los más participativos son los pobres, los que tienen menos educación formal. Los más secularizados son los ricos, los que tienen acceso a la educación formal, los expertos en las ciencias instrumentales, los que ocupan puestos de prestigio en la sociedad. Estos dos están en conflicto dialéctico constante. David Martin ha mostrado la influencia del protestantismo en América Latina sobre los valores de ahorro económico, trabajo, y en administración de empresas.
Parece que esta oración aun molesta a muchas personas… Cuando se le pidió al pastor Joe Wright que hiciera la oración de apertura en el senado de Kansas, todo el mundo esperaba una oración ordinaria, pero aquí está lo que ellos escucharon:
“Señor, venimos delante de Ti este día para pedirte perdón y para pedir tu dirección. Sabemos que tu Palabra dice: “Maldición a aquellos que llaman bien lo que está mal” y es exactamente lo que hemos hecho.
Hemos perdido el equilibrio espiritual, y hemos cambiado nuestros valores.
Hemos explotado al pobre y hemos llamado a eso “la lotería”.
Hemos recompensado la pereza y la hemos llamado “ayuda social”.
Hemos matado a nuestros hijos que aun no han nacido y lo hemos llamado “la libre elección”
Hemos abatido a nuestros condenados y lo hemos llamado “la justicia”.
Hemos sido negligentes al disciplinar a nuestros hijos y lo hemos llamado “desarrollar su estima personal”.
Hemos abusado del poder y hemos llamado a eso: “La política”.
Hemos codiciado los bienes de nuestro vecino y a eso lo hemos llamado “tener ambición”.
Hemos contaminado las ondas de radio y televisión con mucha grosería y pornografía y lo hemos llamado “libertad de expresión”.
Hemos ridiculizado los valores establecidos desde hace mucho tiempo por nuestros ancestros y a esto lo hemos llamado “Lo caduco y pasado”.
Oh Dios, mira en lo profundo de nuestros corazones; purifícanos y líbranos de nuestros pecados.
Amen.”