La conversión es fundamental en la vida cristiana para cambiar aquellas cosas que nos impiden vivir una vida de victoria que agrade a Dios.
Para ello es importante entender que la conversión no es algo fingido, no es algo que se haga para engañar las apariencias. Debe hacerse de corazón. Hechos 3:19 La Palabra de Dios dice que Dios castiga al hijo que ama. En este sentido, el castigo sirve para que el hijo se convierta de su mal camino y actitud, porque Dios se duele de castigar a sus hijos. Joel 2:13 Por eso, una vez que identificamos que estamos siendo castigados a causa de nuestra maldad, lo que sigue es convertirnos a Dios, como el hijo prdódigo cuando se convirtió a su padre, después de haber abandonado su hogar para ir tras la satisfacción de sus deseos. Lucas 15:17-20 “Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.” La idea no es convertirse cuando hemos tocado fondo. Lo importante es convertirse en cuanto nos damos cuenta que estamos equivocando el camino -Dios en su misericordia nos lo muestra de muchas maneras. A continuación presentamos un video que esperamos que ilustre la historia del hijo pródigo y de cómo aunque el hijo creció cerca del padre, en un momento de su vida, se reveló a lo que había aprendido y vivido y de cómo sufrió las consecuencias de su desobediencia y del despilfarro de su vida. |