Mi identidad en Cristo y mi relación con los demás.

¿Por qué a veces me siento en desventaja con relación a otros o a otros? ¿Por qué pienso que nunca voy a alcanzar mis metas? ¿Por qué creo que si intento iniciar una amistad con alguien, no voy a ser aceptado? ¿Por qué no logro concretar una relación de amistad para llevarla al siguiente nivel?

Puede ser que en algún momento de tu vida (reciente o no tan reciente) te hayas hecho alguna de estas preguntas porque tú misma o mismo has identificado que no te ha sido fácil establecer relaciones fuertes de amistad o de tipo sentimental, y hoy por hoy te sientes solo , frustrado, molesto contigo mismo o con los demás. No sabes si es un problema tuyo, o si más bien el problema lo tienen los demás.

Sé que esto es difícil de creer, pero la mayor parte del tiempo, la razón de nuestro aislamiento somos nosotros mismos. Es común echarle la culpa a los demás y concluir que existe una especie de conspiración en nuestra contra, pero es muy probable que nuestras propias decisiones sean la raíz de este aislamiento. Esto no quiere decir que seamos culpables de las burlas que nos hacen, o de los problemas maritales de nuestros padres, pero llega un momento en la vida de todos nosotros que debemos decidir lidiar con nuestras carencias y malas experiencias para seguir adelante en el camino. Lo primero que debemos identificar es si existe algún miedo en nosotros: Puede ser que tengas baja estima, o que seas inseguro…También es probable que seas demasiado tímido, lo cual te ha impedido el relacionarte con los demás y puede que esto se derive a su vez de algún temor al rechazo, a la descalificación o incluso a la burla.

Todo esto afecta la forma en que nos sentimos con nosotros mismos, nuestra identidad. A algunos nos afecta más que a otros, pero si te sientes menos que los demás o si tienes temor de ser rechazado, muy probablemente se originó en tus primeros años de vida. Muchas cosas que aprendemos y vivimos cuando somos pequeños le dan forma a nuestra persepción del mundo que nos rodea hoy en día, por eso es dice Dios a través de Salomón y de Pablo:

“Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.” – Prov 22:6

“ Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” – 2a Tim 3:14-15

Es necesario que hagas un ejercicio personal y que pidas a Dios en oración que te de discernimiento, humildad y transparencia para identificar qué cosas, actitudes o palabras te generaron estos miedos que afectan tanto tu vida en el presente. Es importante reconocer que estamos dolidos para que Dios venga a sanar nuestras dolencias y guiarnos en su voluntad.

“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.” – Salmos 139:23-24