Resumen del Mensaje vespertino

La unidad es clave para tener identidad como hijos de Dios, en relación a la potestad o poder de Dios. Juan 1:12: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de SER HECHOS HIJOS DE DIOS”.

La identidad se otorga por el poder o potestad de Dios al ser, en plural, “hijos de Dios”, en comunidad de  hijos de Dios.

La soledad, el individualismo no es de Dios. Eclesiastés 45:8,9: “Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene  hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta:¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien?. También esto es vanidad y duro trabajo. Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo”.

“No es bueno que el hombre este solo, le haré ayuda idónea para el.” Génesis 2:18

 

El modelo de Jesucristo, en la tierra.

“Y designó a doce, para que estuvieran con El y para enviarlos a predicar,… de dos en dos, dándoles autoridad…” Marcos 3:14 y 6:7

“Después de esto, el Señor designó a otros setenta, y los envió de dos en dos delante de El, a toda ciudad y lugar adonde El había de ir”. Lucas 10:1

Ejemplo bíblico  de unidad de dos. Hechos 13:2,3: “Mientras ministraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado. (3) Entonces, después de ayunar, orar y haber impuesto las manos sobre ellos, los enviaron”.

“Pero las manos de Moisés se le cansaban. Entonces tomaron una piedra y la pusieron debajo de él, y se sentó en ella; y Aarón y Hur le sostenían las manos, uno de un lado y otro del otro. Así estuvieron sus manos firmes hasta que se puso el sol”. Éxodo 17:12

 

“Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Mateo18:20

 

Aun en asuntos de la normatividad jurídica del hombre no basta un solo dicho, sino que se requieren dos. Deuteronomio 19:15: “No se tomará en cuenta a un solo testigo contra ninguno en cualquier delito ni en cualquier pecado. En relación con cualquier ofensa cometida. Solo por el testimonio de dos o tres testigos se mantendrá la acusación.”

 

¿Qué significa la soledad?

Ausencia de identidad como ente vivo y como hijo de Dios.

Sin embargo, la soledad muere cuando nace el amor, que significa dar la vida, tiempo, enseñanza no por mi sino por el prójimo. Nada llena más el corazón del ser humano que descubrir que por mí, otro piensa, vive, actúa y elige. Mi existencia tiene sentido; la indiferencia queda en el olvido. Ser amado(a), sencillamente por ser yo; no por lo que hago, ni por el dinero, ni por algún otro interés. Se es amado por ser, nada más y nada menos… que uno mismo.

Cuando nacemos de nuevo, Dios no nos hace nacer en un orfanatorio, sino dentro de una familia.

 

Dos palabras que implican unión de entes humanos: Una de ellas es ecclesia y la otra es koinonía. La primera puede significar asamblea y la segunda comunidad. Lo curioso es que, en la práctica común, el primer término haya gozado de preponderancia, en tanto que el segundo haya declinado.

Edificar la iglesia como una organización es relativamente fácil; pero edificarla como una comunidad o compañerismo es mucho más difícil y costoso. Pero, ¿tenemos derecho de llamar iglesia cristiana a cualquier organización religiosa que no sea también un compañerismo en Cristo? La enseñanza clara del Nuevo Testamento no nos permite hacer

 

Un ejemplo de unidad , es el matrimonio bíblico

“Dejará…se unirá…serán una sola carne” (Gén. 2:24).

Cristo dijo: “…lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe” (Mc. 10:9).

Otro ejemplo bíblico de unidad es la identidad como HIJOS, por la fe en Cristo Jesús.

El enfoque de nuevo nacimiento nos da  identidad de Hijos, en plural y no de hijo en singular.

Gálatas 3:26: “Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.” Y en el versículo seis de ese capítulo, “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su hijo, el cual clama: ¡abba, Padre!” Por el mensaje de la redención por la sangre de Jesucristo, el Espíritu Santo  nos da la seguridad, por el conocimiento revelado que produce la fe, que nuestros pecados todos son borrados y que Dios, nos hace sus hijos, es decir nos  hermana, y que El es así, nuestro  Padre.

-Cuando nacemos de nuevo, Dios no nos hace nacer en un orfanatorio, sino dentro de una familia, es decir, en comunión.

Como resultado de ser hijos y pertenecer a la familia de Dios ocurre lo que la Biblia dice al respecto: Comunión, que no es reunión solamente social, o la simple “agregación de unos a otros” sino que implica unidad, comunión de pensamiento, voluntad y sentimiento, renovados en Jesucristo por Su Palabra.

“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” Hechos 2:42. Este pasaje nos enseña que el  compañerismo o comunión tiene el mismo nivel que la oración o la enseñanza; los creyentes, no únicamente “tenían compañerismo”, sino que “perseveraban”, es decir, persistían a lo largo del tiempo, en el compañerismo. Dicho de otra manera, eran firmes y constantes en ello.

El concepto de compañerismo o comunión, viene del griego “Koinonia”, y al respecto  Pablo, enseña que los nacidos de nuevo comparten juntos realidades espirituales, por ejemplo 1 Corintios 1:9 “ Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a LA COMUNION con Su Hijo Jesucristo nuestro Señor”;  Filipenses 2:1. “Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia.”

1ª Corintios 12:13: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”.

Judas 19: “Estos son los que causan divisiones, los sensuales, que  no tienen al Espíritu.”

Comprobando en los hechos que tenemos comunión con Dios y con el cuerpo, que es el pueblo de Dios. “Pero si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros” (1ª Juan 1:7).

Efesios 4:4-6. “Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, Él cual es sobre todos, y por todos.”

Juan 17:20,21 “Más no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno…”

Lo que une es la fe.

Efesios 4: 11-14: “Y Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo…”

Si la fe viene por oír la Palabra de Dios (Romanos 10:17) entonces la Palabra de Dios es para todos y cuando yo entiendo y creo, me incluyo en la frase: “es para todos”

Así que cuando compartimos como Iglesia, familia, empresa, el conocimiento de Dios en el mismo sentido, esto es una expresión de compañerismo y comunión cristiano.

 

Compañerismo en la oración

Mateo 18: 19.21: “Si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”

Cuando Pedro y Juan fueron llevados a la cárcel, sus hermanos en Cristo, oraron juntos. “alzaron unánimes la voz a Dios” Hechos 4:24.

 

La comunión en la Iglesia local, en donde nos alimentamos. El lugar donde empieza la práctica y el gozo de la unidad cristiana es la iglesia local.

Hebreos 10:25: “…no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos, y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.”

Efesios 4:3: “…solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”.

La Iglesia local, enseña la doctrina de la Palabra de Dios, sin extravíos, ni interpretaciones personales, sino tal y como está escrita la Palabra de Dios.

“Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo. Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras” (2 Jn. 8-11).

No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas; porque buena cosa es afirmar el corazón con la gracia, no con viandas, que nunca aprovecharon a los que se han ocupado de ellas” (He. 13:9).

El conocimiento revelado de Dios es uno, y El es la fuente y no admite humanas interpretaciones o enfoques. Toda exegesis o interpretación humana es falsa. “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Pr. 3:5,6). “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 P. 1:21).

“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracia. Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Col. 2:6-8).

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